No fue magia. El aumento de la pobreza, condición necesaria del ajuste.

Según los datos proporcionados por el INDEC en los últimos días, el 27,3% de la población se encontraba en situación de pobreza por ingresos en el primer semestre, lo que representaría un aumento de 1,6% respecto del segundo semestre de 2017. Asimismo, no se observa deterioro entre ese año y 2018, ya que las estadísticas exhiben un supuesto mejoramiento que resulta inexplicable si se toma en cuenta que el desempleo exhibe un claro aumento porcentual entre ambos años, a lo que se sumaría el deterioro de los ingresos.

Pero, más allá de la frialdad de los números, interesa hacer hincapié en que analizar el fenómeno de la pobreza para pensar y proponer modos de abordarla, implica desandar el relato que Cambiemos elabora para asumir con caras de tristeza que “el número de la pobreza duele”.

La pobreza… de la política contra la pobreza

El título del libro de Lo Vuolo, Barbeito y Rodríguez Enríquez publicado en el año 1999, cuando las manifestaciones de las consecuencias inevitables del Plan de Convertibilidad hacían mella en la población, resuena en la memoria cuando la ministra de Desarrollo Social sostiene que: “entendemos la situación y vamos con programas concretos a la gente”. O cuando el presidente señala que la elevación de los índices es producto de la corrupción y del “viento que se nos ha puesto muy en contra”

Por Sergio Langer

La referencia a los fenómenos naturales constituye un sello característico de la visión neoliberal, que apela a metáforas de ese tipo para deslindar la responsabilidad de las decisiones de políticas que se aplican bajo su ideario. La alusión a la tormenta o al viento remite a una imagen en la cual ambos fenómenos son incontrolables por la mano del hombre, llegan inesperadamente y se van del mismo modo, no hay nada para hacer salvo dejarse llevar y esperar hasta que amaine.

En ese marco, el aumento de la pobreza se deslinda de su vínculo con la política económica. Lo interesante es que aunque se recurre a la madre naturaleza para explicar que la pobreza entonces es un fenómeno “natural”, deja de serlo cuando se alude a que la misma aumenta como resultado de la corrupción de la gestión anterior que mal acostumbró a la sociedad en un rango de consumo que excedía el límite de posibilidades objetivas.

Lo interesante es que, aunque se recurre a la madre naturaleza para explicar que la pobreza sería un fenómeno “natural”, deja de serlo cuando se alude a que la misma aumenta como resultado de la corrupción de la gestión anterior que malacostumbró a la sociedad en un rango de consumo que excedía el límite de posibilidades objetivas.

Y, por ello, la gestión actual se ve en la difícil situación de encauzar esos “desequilibrios” para llevarnos a un nuevo punto, más real, en el cual no sólo la pobreza es su contracara necesaria sino también una profunda y marcada desigualdad.

En virtud de ese diagnóstico que Cambiemos elabora de la cuestión social y particularmente de la pobreza, es que al igual que en los años 90, se destinan unos pocos recursos en formato de programas sociales que no buscan (y no podrían) reducir ni eliminar la pobreza, sino contenerla muy pobremente. Incluso, consideramos que la gama de programas sociales actuales que dispone esta gestión son más raquíticos que los que se ensayaban en los años noventa. Aun en sus contornos focalizados, atendiendo a los más pobres entre los pobres, estigmatizantes y responsabilizando a los propios sujetos de su suerte, en aquella década el Ministerio de Desarrollo Social disponía de más líneas de intervención que las actuales, en las que se elige ajustar y reducir prestaciones incluso a aquelles a quienes se les había otorgado en calidad de derecho: pensiones, pensiones por discapacidad, medicamentos, aparatología médica han dejado de formar parte del manual básico de la asistencia.

Claro está que la pobreza no se resuelve desde el Ministerio de Desarrollo Social aunque éste contara con grandes planes sociales con disponibilidad presupuestaria. Sólo se pretende señalar aquí que, aun en un marco de restricción, se puede disponer de un poco de sensibilidad para atender situaciones que dejan a la gente en el borde de la vida.

Volver al pre-peronismo

Ph: Daniel Sbampato

Pensar seriamente en la pobreza implica mirar, tomar decisiones y diseñar un arco de políticas que atiendan conjuntamente como sostiene Grassi a: 1) cómo, dónde y en qué condiciones trabajan las personas, qué nivel de ingresos reciben por ello y a qué protecciones acceden y, por lo tanto, qué tipo de estructura productiva necesita la Argentina; b) las prácticas institucionales que se despliegan para implementar las políticas públicas; y c) los modos de vida que se configuraron a lo largo de estas últimas cuatro décadas cuando se produjo la desarticulación y erosión de un modo de entender la sociedad (con sus más y sus menos) en el cual los sectores populares eran reconocidos en un lugar de utilidad y dignidad.

En relación con cada uno de sus puntos la gestión de Cambiemos ha operado en un sentido regresivo. Veamos:

  • Respecto del mercado de trabajo y los ingresos, las distintas medidas económicas no han hecho otra cosa que atacar agresivamente el mercado interno y la industria nacional, lo que derivó en pérdida de puestos de trabajo. A esto se suman despidos en el sector público. Ello se acompaña de paritarias lastimosas para los trabajadores insertos formalmente y un empeoramiento de ingresos y condiciones para quienes lo hacen en el sector informal.
  • Respecto de la estructura productiva argentina, la gestión de Cambiemos no ensaya ni siquiera la preocupación, porque su mirada se halla más ligada al esquema de las ventajas comparativas que a pensar en una industria dinámica y autónoma que aproveche nichos internacionales potenciales de inserción. Respecto de las prácticas institucionales que pone en acción Cambiemos (en tanto modos en que desde las distintas ventanillas estatales se encaran las políticas), el panorama tampoco es alentador. Si a la gestión kirchnerista le faltó trabajar mucho más enfática y profundamente para que el lenguaje de los derechos fuera el eje de la intervención, la actual borró del diccionario estatal ese término y el de “sujetos de derechos”; al tiempo que recuperó con fuerza y potencia el término “beneficiario” y, cada tanto, se escapa de boca de algún funcionario el término “cliente” (a los que se estaría tratando bastante mal por cierto).
  • Los modos de vida a los que la conjunción de los puntos anteriores contribuyen a performar, acerca de sentirse útil en relación con la sociedad y realizar una tarea que sea reconocida como valiosa, claramente se hallan en el debe de Cambiemos. Dicha gestión ha hecho de la estigmatización su eje conductor, señalando como poco afectos al trabajo a quienes reciben planes sociales y responsabilizándolos de su propia situación, apelando al esfuerzo y las ganas de querer mejorar por propia voluntad. Desde esa perspectiva, tan sólo con la intención de querer, se puede, sin requerir apoyos del Estado.

En definitiva, el aumento de los índices de pobreza e indigencia no constituye un resultado sorpresivo si se repasan las medidas tomadas hasta el momento, es una consecuencia deseada de la acción.

En definitiva, el aumento de los índices de pobreza e indigencia no constituye un resultado sorpresivo si se repasan las medidas tomadas hasta el momento, es una consecuencia deseada de la acción. La elección retórica acerca de que los problemas de la Argentina habrían empezado hace 70 años identifica un momento histórico en el que comenzó a ser posible una sociedad un poco menos desigual y más integrada. Indudablemente, esperan conducirnos hacia la sociedad inmediatamente anterior a ese estado de cosas y refundar viejas desigualdades.