El pasado 26 de mayo se celebraron elecciones al parlamento europeo. Probablemente son el experimento democrático más complejo del planeta: 427 millones de europeos convocados, distribuidos en 28 países miembros.
En una Europa que se autodescribe como “nueva” y que entiende por ese calificativo el crecimiento de varias versiones de la extrema derecha, Alemania puede ser un punto de equilibrio.