Las modificaciones rápidas de nuestras condiciones de existencia suelen ponernos en crisis, en tanto requieren transformaciones de nuestro comportamiento para las que no estamos preparados. Ante ello, muchas veces se activan sistemas de defensa que buscan proteger a nuestra estructura psíquica de la conmoción, aunque en algunos casos pueden resultar profundamente disfuncionales, en tanto no se ajustan a los requerimientos que la realidad nos impone para actuar.