Mi 2001 o cómo terminé estudiando Sociología

Quisiera comenzar este ensayo, relato, comentando cuán interpelado me sentí al ver la convocatoria por una red social, unx podría decir que, al ser un estudiante avanzado, próximo a recibirse, que en el 2001 tendría alrededor de 6 o 7 años aproximadamente, poco habría sido lo que había llegado a percibir. Sin embargo, algo de la disciplina que hoy estudio ya estaba en ese pequeño. No voy a negar la autorreferencia, pero parte de la convocatoria mencionaba la posibilidad de pensar en las infancias, las cicatrices y los recuerdos que aquel momento tan bisagra para algunos, por lo menos para mí, significó. Empiezo por aquí porque para mí es imposible separar aquella experiencia trascendental de nuestra sociedad, de mi biografía y hasta me arriesgaría a decir que de la sociología que me gusta hacer.

En el 2001 asistimos a una crisis política, una crisis social y una crisis económica combinándose en un combo que no solo deshacía los vínculos sino también las realidades efectivas. En ese marco, transcurría mi infancia, una que sucedía en el conurbano bonaerense, entre la escuela pública y el hogar, pero que tenía sus episodios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En aquellos tiempos era difícil que las biografías de territorios tan diferentes se combinaran y convergieran en el espacio de la ciudad y más específicamente en la Plaza de Mayo. 

Pocos son mis recuerdos sobre la Plaza, pues a mi edad la memoria ya se vuelve un trazo borroso, mas no por ello inolvidable.

Mi padre era empleado de la aerolínea de bandera y muchas veces participamos en familia en concentraciones y movilizaciones a la Plaza de Mayo en defensa de la empresa nacional en un contexto de fuerte privatización de las empresas públicas.

Frente a aquella situación recuerdo instancias donde la salida familiar era ir a Plaza de Mayo. No había una clara razón de por qué, pero lo importante era ir. Así como también recuerdo jornadas en las oficinas de Aerolíneas Argentinas, ahora vendidas, de la torre Bouchard cerca del Luna Park. También me acuerdo de jornadas de gran ansiedad e incertidumbre que en aquellas épocas no alcanzaba a comprender… pero, por ejemplo, durante seis meses mi viejo no cobró su sueldo teniendo dos hijxs pequeñxs, al mismo tiempo que mi abuela materna proporcionaba los víveres para poder reproducir nuestras vidas. Además, experiencias de intentar comenzar una vida en el exterior, algunos viajes a España porque en palabras de los -en aquella época- mayores: “Acá no se puede más”. Tras distintos intentos, idas y venidas, viajes y retornos, ello nunca se concretó. Inclusive, poner la casa, la casa en la que actualmente vivo y que tanto trabajo les costó levantar a mis viejxs, en venta. Poco a poco el neoliberalismo parecía condenarnos a comerse todo cuanto nuestras biografías habían conseguido. Esas memorias, aunque lejanas, aún las llevo al momento de pensar la sociología y de interrogar: ¿qué nos quedó de todo eso?

Esas memorias fueron paso a paso, vivencia a vivencia, imprimiendo a fuego lento una necesidad, a posteriori del estallido social, de la caída del gobierno radical y la posterior recomposición política, económica y social, una fuerte necesidad de involucrarme con la historia y poder comprender y preguntarme acerca de lo que había sido el 2001. Tal es así que hoy me veo en la proximidad de culminar mi trayectoria por Sociales y no puedo dejar de reconocerme en aquella inquietud, así como también me reconocí en esta convocatoria.

Hubo quienes analizaron la historia. Cuando me tocó leerles en la carrera, también me reconocí. Hoy que soy tan hijo de aquella historia, que también comencé un camino en la militancia y que reivindico el poder pensar los procesos sociales a la luz de los eventos que suponen un quiebre, un gran estallido, una gran transformación, difícil era que no quisiera sumar una voz, no ya desde lo militante, no ya desde el sociólogo que puedo llegar a ser, sino más bien desde aquella biografía, que es la que siempre se reconoce en el 2001 y que siempre busca comprender cómo hemos llegado hasta allá.

Tal es así que hoy tengo una única certeza: para pensar el 2001, para pensar el estallido social, la crisis económica y política, es imprescindible hacer sociología, trabajar, trabajar y trabajar para que ese conocimiento llegue a darnos la dimensión del proceso que vivimos y que en mis 26 años no ha habido experiencia de neoliberalismo hasta hoy viable para nuestro país.

Francisco David Costa

Estudiante de Sociología