¿Qué hacíamos aquella tarde del 3 de julio de 1990?

Ese día la Argentina de Diego Maradona, Claudio Caniggia y Sergio Goycochea dejaba afuera por penales a Italia en Nápoles. Una jornada histórica donde el Sur mostró su rebelión al mundo desafiando a los poderosos del Norte.

Pasaron 30 años de aquel 3 de julio de 1990. El Mundial de Italia encontraba a la Selección argentina dirigida por Carlos Bilardo golpeada por las patadas de los cameruneses, la doble fractura de tibia y peroné del arquero Nery Pumpido, el tobillo maltrecho de Diego Maradona y un juego deslucido en medio de silbidos de italianos que hasta se animaron a “chiflar” el Himno de Vicente López y Planes. Hasta que Diego con toda su genialidad habilitó a Claudio Caniggia para quebrar la ilusión de los brasileños… y desde ese momento otra fue la historia. Argentina pasó a cuartos y luego por penales a semifinales para enfrentar ese 3 de julio a los locales en el mítico Estadio San Paolo, de Nápoles, donde Diego era -y todavía es- tan Patrono como el mismo San Jenaro.

“Maradona Napoli ti ama/ma I’Italia é la nostra patria (ultra)”, rezaba una bandera detrás de uno de los arcos. Los napolitanos habían jugado sus cartas. Los ricos del Norte miraban por televisión. Maradona también había empezado a jugar el partido en la previa: “Me disgusta que ahora todos les pidan a los napolitanos que sean italianos, que alienten a la Selección… Nápoles fue marginada por el resto de Italia. La han condenado al racismo histórico”. Italia quedaba dividida… y la pelota estaba por rodar.

Hubo un partido bastante feo pero intenso, el goleador Salvatore Schillaci abría el marcador a los 17 minutos, pero a los 22 del segundo tiempo Claudio Caniggia volvía a convertir otro gol memorable y el partido terminaba 1 a 1. Hubo alargue y todo siguió igual. Enseguida vendría lo mejor, mediante la definición de los tiros desde el punto del penal…

El último de Argentina lo pateó un Maradona que casi no podía caminar del dolor de su tobillo izquierdo y sus músculos, pero pateó igual y abriendo el pie engañó a Walter Zenga, con quien se conocían casi a la perfección. Su grito de gol y su carrera de festejo se multiplicó por toda la Argentina. Recuerdo como si fuera hoy a mi viejo saltar entre mi novia, de aquel entonces, que se había rateado de su quinto año del secundario; mi hermana, que había faltado al colegio con permiso, mi mamá y toda mi humanidad.

El arquero argentino era Sergio Goycochea, suplente de Pumpido. Muchos imaginamos el desenlace porque Goyco” era experto en atajar penales y ya se había convertido en héroe frente a Yugoslavia, en los cuartos de final. Además ya se lo había atajado a Roberto Donadoni, previo al penal convertido por Diego. Así que…

Cuando Aldo Serena se paró frente a la pelota también muchos supusimos que por ser zurdo la iba a cruzar, para querer asegurar el remate, y lo cruzó nomás. La pelota fue a la izquierda del “12” que por ese entonces levantaba muchos suspiros entre las mujeres que conocían a “Goyco de sus publicidades, porque el héroe también era modelo y hasta se animaba a mostrarse en ropa interior en afiches y revistas.

Y la pelota quedó entre sus manos y su panza a centímetros de su palo izquierdo. 

Argentina pasaba a la final del Mundial y otra vez tocaba Alemania, pero esa es otra historia.

El sol caía en el San Paolo y en Buenos Aires se elevaba aún más para celebrar una histórica victoria. El relator italiano pasó a la posteridad por el famoso “Siamo Fuori”. Y hasta se hicieron millones de remeras con esas frase que todavía se lucen. 

Me recuerdo con mis 19 años saliendo a la calle a encontrarme con amigos y vecinos. Escuchar las bocinas de los autos y colectivos. Y en tiempos de cuarentena la nostalgia invade. Andaba estudiando mi primer año de periodismo y ese día también me abracé a la máquina de escribir para jugar con las letras. Escribí sobre las tantas caras que vi desfiguradas por la emoción, repetí en el papel los nombres de Maradona, Goycochea y el “Pájaro” Caniggia…

En Italia, los del Norte se sentían traicionados por los del Sur. Y los del Sur enmudecidos dejaron vacío aquel estadio que para los argentinos ya es un templo. Pasaron 30 años, muchos de los que leen esta nota probablemente no habían nacido, otros eran muy chicos y algunos ya deben estar lo suficientemente grandes para tener que cuidarse al extremo del Covid-19 que los amenaza especialmente.

Ese 3 de julio fue un día clave en mi primera juventud y por eso cada vez que escucho aquella canción del Mundial, “Un Verano Italiano”, la más linda de todos los mundiales, todavía me emociono y veo correr a Diego para abrazar a Galíndez… personaje singular en cualquier vestuario futbolero. Y todavía lo veo al “Pájaro” volar y a “Goyco” revolcarse contra su izquierda, entre los saltos de mis viejos, mi hermana y aquella primera novia.

Y ahora que existeGoogle, también vuelvo a leer la declaración del querido Diego una vez que finalizó ese partido: “Después de mi penal no se pateó otro para Argentina, por lo que tiene que quedar clarito. A los italianos, en el Mundial 90, los dejé afuera yo”.

Diego Armando Maradona dejó su huella por Italia venciendo a los poderosos con la camiseta del Nápoles. Y también a toda Italia con la camiseta argentina. Ese día jugó el partido desde mucho antes de que se saque del medio y todavía hace que se siga jugando.

Aquel 3 de julio el aliento de los tifosis no fue clamoroso y los mismos jugadores lo hicieron saber: “Roma era toda para nosotros. Hoy no ha sido así”, dijo el capitán de la Selección “azurra”, Giuseppe Bergomi. Mientras que su DT Azeglio Vicini sintetizó: “No he tenido la sensación de contar con un apoyo absoluto”.

Frases que tuvieron eco ni más ni menos que en ilustres aficionados del Nápoles como el escritor Roberto Saviano o el cineasta Paolo Sorrentino, que años después terminaron admitiendo que esa tarde-noche napolitana se sintieron seducidos por el carisma de Diego y la camiseta argentina.

Gustavo Catalano

DT y periodista. Fue el DT del equipo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, bicampeón de fútbol.