El sol del 25: de Campora a Kirchner

El 25 de mayo de 1973, después de 18 años de proscripción al peronismo, asume por primera vez un presidente electo democráticamente. Se trata de Héctor Cámpora quien trajo la promesa de la vuelta a los años felices del peronismo: la libertad, el Estado soberano protector de los intereses del pueblo, la reivindicación de sus derechos, la vuelta de Perón. También un 25 de mayo, pero ahora de 2003, después de una crisis económica y política como nunca antes se vio, y precedida por años de ajuste neoliberal y pérdida casi total de la esperanza en torno a la reivindicación a través del Estado, asume Néstor Kirchner, con la promesa de devolver la dignidad al pueblo argentino. 

Nacimos en 1993 en la Ciudad de Buenos Aires. Como hijas de los noventa en la Argentina, nuestra primera infancia recuerda el 25 de mayo con los símbolos patrios que nos enseñaban en la escuela. Nos disfrazábamos de damas antiguas, lavanderas, vendedoras de empanaditas calientes, comíamos pastelitos y locro, usábamos la escarapela, cantábamos el Himno. Los discursos que recitábamos en los actos y aún hoy recordamos de memoria eran demasiado míticos y grandilocuentes para nuestra comprensión. Quizás por esto, además de nuestra corta edad, no podíamos imaginarnos que, mientras comíamos locro y pastelitos calientes como en 1810, estaba ocurriendo un proceso político de trascendencia en tiempo presente. Años más tarde pudimos resignificar esas palabras tempranamente aprendidas, “soberanía”, “pueblo”, “independencia”.

El 25 de mayo de 2003 asume Néstor Kirchner. Esto ocurre en un contexto de crisis, alta movilización social y descreimiento en la política. No es un dato menor que su triunfo se diera a partir de que Carlos Menem decidiera bajar su candidatura ante la situación de ballotage y terminara asumiendo con solo un 22,25% de los votos. Si bien la figura de Kirchner como líder popular se afianzó con el correr de los años, algunos gestos y acciones simbólicas de las primeras semanas y meses marcaron una diferencia con respecto a la experiencia vivida en los años anteriores en torno a la clase política y la figura del presidente. “Venimos desde el Sur del mundo”, comienza el discurso pronunciado el día de asunción, posición desde la cual invita a construir políticas de Estado para un futuro próspero, de una Argentina unida, “de todos y para todos”. En líneas generales refiere a las limitaciones que supone el crecimiento con endeudamiento y a la necesidad de dotar de centralidad al Estado, con calidad institucional, como forma de salir de las crisis. El discurso es esperanzador, no castiga al pueblo por los males acaecidos sino que resalta la historia de luchas colectivas.

Simbólicamente desde el presente podemos pensar la asunción de Néstor Kirchner como un momento de renovación del compromiso del Estado con la ciudadanía y de una nueva forma de hacer política que marcó a la militancia de esos años, y a una juventud que hasta entonces no encontraba en la política tradicional la esperanza de transformación del mundo.

La categoría “pueblo” implica un cierre parcial en tensión con un afuera constitutivo. En ese exterior constitutivo se encuentran también aquellos sectores históricamente invisibilizados (de forma más o menos violenta), que a lo largo del tiempo y gracias a las luchas por el reconocimiento, algunos de ellos se han ido incorporando. ¿A quién se interpelaba en 1810 como pueblo argentino? Seguramente uno diferente al que luego apelaron Cámpora o Néstor, y sin duda en ninguno de los casos queda comprendida la totalidad de la población del territorio. Las luchas por las reivindicaciones identitarias transforman el sentido del pueblo, que se termina plasmando en conquistas de visibilización y derechos. Así, nos resulta interesante la relación de Néstor con lxs jóvenes, a quienes desde el primer momento se dirige, reconociéndoles como ciudadanía activa y clave, como voz y guía de que se está siguiendo el camino correcto para la construcción de un mundo mejor. Esto puede remitirse a la propia experiencia de militancia de Néstor durante su juventud en los años de proscripción del peronismo: una juventud que soñaba con un mundo más justo y un gobierno que velara por los derechos de la ciudadanía, y que fue protagonista en la llamada “primavera camporista”, cuyo acontecimiento clave -la asunción de Cámpora- coincidentemente también ocurrió un 25 de mayo pero de 1973.

Cámpora también asume en un contexto de crisis política y económica. Su asunción se construye para la juventud como una promesa de vuelta a la soberanía política, la libertad, la democracia y de posibilidad de la ansiada vuelta de Perón. No es casual que ese mismo día lxs presxs políticxs confinadxs en Devoto (y luego en otras cárceles del país) se levantaran exigiendo su libertad. Durante los cuarenta y nueve días que duró el gobierno de Cámpora hasta la agitada llegada de Perón a la Argentina, la juventud, que en todo el mundo comenzaba a constituirse como un actor político clave, se encontró por primera vez interpelada por un gobierno que encarnaba sus demandas.

La memoria colectiva de las sociedades se cristaliza en acontecimientos, pero si en nuestra lectura no incorporamos las complejidades inherentes a los procesos políticos, el sentido de esos sucesos se desvanece. Cuando recitábamos y repetíamos cantitos como “el pueblo quiere saber qué está pasando”, “pastelitos calientes para el pueblo independiente” en los actos escolares que conmemoraban la Revolución de Mayo, no podíamos ni imaginarnos que estábamos representando la primera apelación a un pueblo que buscaba reivindicar su soberanía política y económica. En los años que siguieron, para las juventudes la militancia política se resignificó como espacio de alegría, libertad y reivindicaciones de derechos.

Formamos parte de una juventud que aprendió a valorar la política al ver un gobierno que apostaba por la Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica materializándolas en derechos y reivindicaciones concretas.

Entonces se nos viene a la cabeza el recuerdo, siendo ya adolescentes, de los festejos del Bicentenario en 2010 en los que nos encontramos sintiendo la Historia viva, empezando a entender las complejidades de esos valores aprendidos, resignificados en las propias reivindicaciones del presente, encontrando al pueblo reunido en las calles. Este 25 de mayo nos encuentra en una situación muy particular y casi opuesta a la escena recién evocada. Apostamos a que la cuarentena no signifique un aplacamiento de la potencia que tenemos como juventud alerta y activa. 

Luciana Kirjner

Licenciada en Sociología (UBA). Integrante de la colectiva MAGMA Feminista.

Mora Vinokur

Licenciada en Sociología (UBA). Integrante de la colectiva MAGMA Feminista.