No hay salidas virtuales: cinco tesis para un debate

  1. No asistimos a una catástrofe del orden de la naturaleza sino del orden social. El estallido de la pandemia y su consecuente cuarentena han profundizado la crisis del capitalismo en todo el mundo. La ofensiva del imperialismo, las tendencias a la guerra (ya no solo comercial o de monedas), la recesión, las caídas recurrentes de las bolsas, el creciente desempleo y condiciones de explotación de lxs trabajadorxs, se ven agudizados a una escala también exponencial. A nadie se le escapa que se están reproduciendo las condiciones de la depresión del 1930, cuando asistíamos a una destrucción de capitales, cierres de empresas y despidos masivos, que ya empezaron aquí y en todo el mundo.

El coronavirus ha expuesto la precariedad de los sistemas de salud del mundo entero. No solo por la inevitable saturación que produce un contagio de escala masiva sino por el resultado de décadas de desguace de la salud pública. Pero además ha puesto en escena la precarización de los sistemas educativos en todos sus niveles.

Es en este cuadro de derrumbe -donde las garantías de las monedas, de las economías, de los Estados volaron por el aire- que autoridades educativas de los gobiernos mundiales y, en nuestro país, de algunas facultades en la UBA y del conjunto de las universidades nacionales, pretenden imponer lo que denominan “enseñanza virtual”.

2. La virtualización forzada de la educación se revela inviable. Como lo testimonia la prensa mundial, no están dadas las mínimas condiciones para poder garantizarla. El Washington Post acaba de publicar un primer balance: “Solo unas semanas después de que la pandemia de coronavirus forzara a las escuelas estadounidenses a ponerse en línea, los líderes educativos de todo el país han concluido que el aprendizaje de millones de niños se verá gravemente retrasado y están planeando pasos sin precedentes para ayudarlos a ponerse al día” (13/04). Entre esos “pasos”, señalan que “se requerirá dinero, y mucho, en un momento en que el cráter de la economía está devastando los presupuestos estatales y locales”. Desde San Pablo, el Sindicato Nacional Dos Docentes Das Instituições de Ensino Superior (Andes) señala que “ya vivimos con recortes absurdos en universidades, institutos y centros de educación tecnológica, que no son nuevos, pero que se intensificaron principalmente en este último gobierno. No podemos garantizar que el contenido a distancia llegue a todo el cuerpo estudiantil. Hoy tenemos muchos estudiantes de la clase trabajadora en la universidad pública, ¿cómo tendrá acceso esta población a estas herramientas para manejar una disciplina? Vemos esto con gran aprensión, porque acentúa la precariedad de nuestro trabajo y también la calidad de la educación ofrecida”. Escenas y declaraciones similares se reproducen en otras capitales del mundo y en las de nuestro país. Las condiciones de la cuarentena agravan la vida de lxs trabajadorxs y los gobiernos ni siquiera pueden garantizar algo todavía más elemental que un “servicio educativo”. No pueden asegurar la llegada de viandas a los suburbios populares.

3. Pero incluso si el equipamiento y la conectividad estuvieran garantizados, la virtualización forzada e improvisada redundaría en una mayor degradación educativa y una sobreexplotación de las condiciones de trabajo de lxs docentes. Apenas se comenzaron a bajar instructivos, kits o tips de los más variados, por parte de autoridades educativas en todos los niveles educativos, se hicieron manifiestas las dificultades y las problemáticas más diversas.

¿Alguien atiende a las circunstancias dramáticamente excepcionales que estamos sufriendo? ¿Cómo hacen docentes y estudiantes cuya vidas personales y familiares se han visto completamente alteradas por la cuarentena (el cuidado de lxs hijxs o de familiares mayores, la situación de encierro de niñxs y jóvenes) para darle estatuto de “normalidad” a una situación completamente anormal?

¿De qué modo imaginamos que un docente, no capacitado en nuevas tecnologías educativas y con su propio equipamiento, puede reconvertir sus clases presenciales en tiempo récord? Y si estuviera capacitado y equipado, ¿cómo puede asumir las tareas virtuales en diferentes instituciones, con varias y atiborradas “comunidades virtuales”, explicando, respondiendo dudas, corrigiendo trabajos prácticos o evaluando parciales, si no a costa de una farsa educativa y de una mayor alienación producida por el sobre trabajo? Y lxs estudiantes, ¿cómo hacen para cursar dos o tres materias, encerrados en su casa, y en sus condiciones de vida, sin siquiera una tutoría presencial, si no a riesgo de que se multiplique la deserción y el “fracaso” académico que se reproducen en tiempos normales?

4. En la ofensiva contra la educación pública y en defensa de los métodos de una virtualización forzada se concentra una estrategia a largo plazo. El debate no pasa hoy por reconocer la obviedad de que las llamadas “nuevas” tecnologías son un complemento necesario en la enseñanza. El punto es que la burguesía ve una nueva oportunidad de negocio y baja de costos en la crisis. Así Microsoft de Bill Gates se alista en primera línea de promoción de sus plataformas o, más cercanamente, el Banco Santander promociona créditos “blandos” para acceder a equipamiento y garantizar la virtualidad universitaria. Los gobiernos se suman con entusiasmo a esta modalidad del teletrabajo como un señalamiento disciplinador para el conjunto de los trabajadorxs, al pretender introducir una práctica todavía más flexibilizadora. La utilización de las crisis para destruir la educación pública no es novedosa: Bush usó el desastre del Katrina en Nueva Orleans para imponer las Escuelas Charter, fuertemente resistidas por los sindicatos docentes en Estados Unidos. Ahora vienen por la desvalorización de la educación (¡cómo van a realizarse los trabajos de campo, las prácticas de laboratorio o los talleres de creación!) y para hacerlo deben desvalorizar el trabajo docente, el principal costo de la educación, que en la universidad argentina representa el 60% del presupuesto. La lógica mercantilista está claramente expuesta. Los Estados no proveen los elementos y el equipamiento indispensables para el desarrollo de esta metodología. No hay capacitación en servicio para lxs docentes. No hay capacitación para lxs estudiantes para utilizarla. No se provee conectividad, software, máquinas ni espacios físicos donde desarrollar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Por arte de magia -¡la magia del capital!- se privatizan tales procesos y se descargan sobre las espaldas de lxs trabajadorxs docentes y de lxs estudiantes, que en más de un 50% son trabajadorxs y que apenas en un 5% acceden a algún tipo de beca. Enmascarado como salida a la cuarentena, gobiernos y tecnócratas pretenden imponernos el paraíso de los que promueven el ajuste del FMI y la lógica mercantilista de la menemista Ley de Educación Superior impuesta por el Banco Mundial.

5. Si algo más está empezando a dejar como balance provisorio el primer mes y medio de esta pandemia, es que la salud, la educación y las condiciones de trabajo fueron el coto de caza de la burguesía y el capital financiero internacional.

No somos nosotrxs otra vez los que tenemos que salir al rescate de años de vaciamiento educativo, ahora agudizado por la pandemia. Quienes tenemos que volver a poner el hombro, esto es, a empeorar nuestras condiciones de trabajo, de enseñanza y de aprendizaje. Ni lxs estudiantes, quienes no pueden acceder a los recursos académicos y tecnológicos incluso en tiempos “normales”.

Como lo hemos venido planteando desde hace décadas, la salida de la crisis educativa (sanitaria, etcétera), ahora agravada, pasa por volcar los recursos del Estado que hoy se destinan al pago de una deuda usuraria e ilegítima y al subsidio al capital, pasa por el incremento de los salarios y la formación en servicio de lxs docentes, pasa por el mejoramiento de las condiciones de la población trabajadora que accede al sistema educativo, también desde hace décadas, muy desventajosamente y con enormes limitaciones de acceso sobre todo a la educación superior y universitaria. No somos luditas. Pero tampoco consumimos la fantasía de las nuevas tecnologías como relevo de la relación social y presencial educativa. Defendemos nuestras condiciones de trabajo, enseñanza y aprendizaje, e investigación como parte inescindible de la defensa de la educación pública al servicio de las mayorías populares. Quienes se aprestan a bajar instructivos y kits para implementar una imposible educación a distancia lo hacen, en cambio, porque están a kilómetros de distancia de la educación.

Antonio Rosselló

Profesor de Economía II en la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Secretario de organización de la CONADU Histórica.

Santiago Gándara

Profesor de Teorías y prácticas de la comunicación II en la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Secretario general de AGD Sociales.