“Para neutrales están los suizos”. Cultura y política en el mercado editorial argentino

“Desde hace 15 días el país habla de un libro. El libro ha vuelto a tomar un protagonismo bastante inusitado y poco frecuente en la vida argentina…”. Quien habla es Juan Ignacio Boido, director editorial de Penguin Random House, luego de repasar las elocuentes cifras de venta de Sinceramente, el libro que Cristina Fernández de Kirchner presentó ayer en la Feria del Libro: 20.000 ejemplares agotados en la hora que siguió al anuncio de la publicación, 65.000 ejemplares vendidos solo en el primer día, 300.000 ejemplares distribuidos alrededor del país en 15 días. El video que antecedió la presentación mostraba el proceso de impresión, encuadernación y distribución del “fenómeno editorial más exitoso de la historia argentina”, acompañado por palabras de los lectores: “dicen que se puede escuchar la voz de ella cuando uno lo lee”.

Algunas horas antes de la presentación, una señora con el libro recién comprado en el stand de Penguin nos dijo: “Compré el libro de Cristina porque la amo, quería saber lo que nos quería decir a los que la queremos escuchar”. A unos metros, un hombre le toma una foto a su pareja, quien acaba de comprar dos ejemplares. Por los pabellones, militantes y autoconvocados recorren los stands con sus remeras de Evita, “Abrazame hasta que vuelva Cristina”, “No fue magia”, remeras de las organizaciones y hasta remeras y pañuelos azules con la portada del flamante libro.

En la Feria los ejemplares pueden conseguirse no solo en el stand de la editorial, sino también en los de las cadenas de librerías generalistas y hasta en los stands de “nicho”: uno especializado en cómics puso a la venta una pila de libros azules, para atenuar la baja de 15% en las ventas que la mayoría de los expositores admiten haber sufrido con respecto al año pasado.

Nadie quiere perderse este fenómeno que, de manera simultánea, enorgullece a los editores (y accionistas) del grupo editorial más grande de la Argentina y del mundo, uno de los pocos con la estructura de impresión, logística y poder de fuego que este libro exigía, que le da una bocanada de aire a los libreros de todo el país y a una cantidad enorme de personas que estaban esperando la palabra de la expresidenta, pero sin imaginar que aparecería en forma de libro.

Al promediar la tarde, el murmullo de bombos inundaba tímidamente los pabellones de la Feria. La multitud militante y autoconvocada se hizo presente y, en el stand del Grupo Octubre-Página/12, un centenar de personas comenzó a entonar cantos: “¡oh, vamos a volver, a volver!”, “che, gorila, che, gorila, no te lo decimos más, si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar”. Los breves cánticos se replicaban en distintos puntos. La pequeña multitud creció y, ante un enorme banner con una fotografía Eva Perón, entonaron las estrofas de la marcha peronista sosteniendo en lo alto de sus brazos un libro: Sinceramente.

En una cultura política, la peronista, marcada por su legado oral, por su discursividad performática, teatral, que enlaza multitudes y líderes efectivizando la cercanía corporal en ese vínculo; en una cultura política caracterizada por su oralidad musicalizada (cantos, himnos, marchas), irrumpe la palabra escrita, que ya no es un panfleto o la transcripción de un discurso, es un libro.

Pero Sinceramente no se presenta en las periferias de las unidades básica peronistas o en el Instituto Patria, sino en la sede de la Sociedad Rural Argentina, en el marco de uno de los eventos culturales más importantes del país: la 45ª edición de la Feria del Libro. Y aunque algunos intentan mantener a la Feria en los márgenes del debate político -cual templo cerrado de conocimiento1-, esta cultiva públicos diversos, entre los cuales no está ausente la población politizada, dispuesta al debate tanto cultural como político.

Los modos en que hoy se producen y difunden libros en la Argentina, articulados con el mundo mediático, las redes sociales y los mercados masivos, son fundamentales para entender la eficacia de estos objetos en términos políticos y culturales. Las editoriales aportan condiciones excepcionales para “hacer política”, en tanto potentes usinas de ideas, más allá del rédito económico que también obtienen. La producción, circulación y difusión de Sinceramente por un gigante editorial promovieron la reaparición de Cristina en el debate público, su construcción como autora que es capaz de copar la Feria del Libro y conducir la presentación más multitudinaria de sus ediciones. Cuando su libro llegó a los anaqueles de las librerías del país, los periodistas de los medios nacionales más importantes se abocaron a resumir el libro, a simplificarlo, a caracterizarlo en tres o cuatro ideas, asirlo en formato periodístico buscando sus implicancias, su éxito y su derrota. Quisieron tratar con el libro como si éste fuese una intervención en el Senado o un discurso de campaña. Pero se encontraron con un libro, un objeto indivisible y complejo, bien recibido por un amplio sector de la sociedad, que se lo apropió de formas diversas e inesperadas.

Hace décadas que los lectores argentinos posicionan a los libros de política entre los más vendidos. Cada coyuntura tiene los libros que la discuten; el mercado editorial reacciona con productos que buscan sensibilizar al lector, ayudarlo a vivir y a comprender una época, a formar o reafirmar sus opiniones. Así lo identificaba un perspicaz director editorial: “Yo estaba seguro de que con el kirchnerismo los libros de derecha se iban a vender muy bien, cosa que ocurrió. En los noventa los libros ‘antimenemistas’ se vendían muy bien (…), a la gente le gusta identificarse con los libros que lee”. Los grandes grupos editoriales dominan esta producción; pueden, además de identificar temas y autores, lanzar grandes tiradas y promocionar campañas de alto impacto. Sinceramente fue más que un acierto: presentado como el libro “más inesperado del año”, anunciado por la editorial y por la expresidenta casi en simultáneo, generó un aluvión en las redes, en los medios y días después, anoche, en la Feria.

Sinceramente se publicó en un contexto preciso, donde la palabra de la expresidenta empezaba a escasear, su voz se llenó de silencios. Así las cosas, comenzaba a palpitarse un interés, una necesidad por volver a escucharla, dando lugar a una espera y a una especulación continua. El libro, entonces, aparece en un momento de vacancia de su voz y, por eso, produce un efecto desmesurado: 594 páginas que atrapan la palabra y la voz de la líder peronista. En efecto, el estilo escritural de Sinceramente imita el registro de la oralidad discursiva y parece, como dijo una de sus lectoras, que se podría “escuchar la voz de ella cuando uno lo lee”.

El récord de ventas se explica, también, como efecto del armado de una espera: ese palpitar de ansiedades que Cristina logra pendulando entre el silencio y el uso de la palabra. Y es así que “Cristina vuelve” cuando se dirige hacia multitudes y habla. Pero esta vez, su voz vuelve en forma de libro que, sin nombrar a Flaubert, Cristina define como la palabra perfecta.

Al estudiar la erosión de legitimidad del Antiguo Régimen en Francia, el historiador Robert Darnton pondera el “efecto libro” frente a otras intervenciones (incluso impresas) más efímeras y fragmentadas. El libro ha sido uno de los objetos más privilegiados para la intervención política, entre otras cuestiones, porque, además de insertarse en una trama cultural y política más amplia, puede perdurar en el tiempo, articular mensajes y discursos bajo la idea de una totalidad, de “obra” que contiene un mensaje de un autor. En el debate público y político, los libros circulan y cobran legitimidad en un espacio heterogéneo de soportes y lenguajes de distinto tipo, no como simple accesorio, sino como artefacto cultural valorizado y apoyado en una histórica creencia colectiva. Así, los libros, los autores y los sellos funcionan como articuladores de sentimientos, sensibilidades e imaginarios y son una clave para entender la formación de la cultura política de nuestra sociedad. El boom editorial y político de Sinceramente revela cruces entre el mundo de la cultura, la política y el mercado: el libro es mercancía y es también bien simbólico, es objeto de consumo y canalizador de sentimientos políticos.

Nota

1 Véase: Pilar Rahola, la falsa doctora que odia el populismo. En Página/12. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/192712-pilar-rahola-la-falsa-doctora-que-odia-el-populismo.

Ezequiel Saferstein

Doctor en Ciencias Sociales (FSOC-UBA). Docente e investigador asistente CONICET con sede en el CeDInCI / UNSAM.

Ana Trucco

Licenciada en Historia. Becaria doctoral del CONICET con sede en el CeDInCI / UNSAM.